Para el yoga, obtener energía del Universo y respirar son dos conceptos sinónimos. No obstante, la mayoría de nosotros permanecemos desconectados de nuestra propia respiración. Para transformar esta situación, los yoguis practican la “respiración yóguica”, donde el control del prana es clave para sentirnos sanos y vitales.
Del sánscrito prana, “respiración” y yama, “control”, entendemos como respiración yóguica al dominio de este conjunto de técnicas que permiten comprender la profundidad de un gesto tan esencial como respirar y expandir la energía.
Podemos dividir la respiración en tres tipos según las áreas implicadas: la respiración abdominal, la torácica y la clavicular.
La práctica regular de yoga cuenta con innumerables beneficios tanto a nivel físico como mental, emocional y espiritual. El pranayama o respiración yóguica no es diferente y posee virtudes como:
Aprender las técnicas de respiración yóguica requiere de paciencia y dedicación por parte del yogui. Además, así como la práctica de pranayama es esencial para disfrutar de una salud equilibrada, también lo es saber identificar el tipo de respiración que estamos llevando a cabo.
Es la más común y la que hacemos de forma inconsciente. Durante la respiración abdominal, es la parte inferior de los pulmones la que se llena de aire tras la inspiración. De esta manera, desplazan el diafragma hacia abajo y el abdomen se hincha.
Para conectar con este tipo de respiración, coloca una mano en el vientre y siente el movimiento. Trata de mantener los músculos abdominales relajados e inspirar y espirar siempre por la nariz.
En este tipo de respiración, el tórax se expande. Para apreciar la respiración torácica, haz fuerza en los abdominales y respira con normalidad. Observarás cómo el tórax se hincha y el movimiento parte de las costillas.
Es la más frecuente cuando nos invade el nerviosismo o experimentamos un ataque de ansiedad. Se produce al llenar de aire la parte superior de los pulmones y si no se combina con el resto de respiraciones, resulta ineficiente.
Por su parte, cuando llevamos a cabo a la vez las tres clases de respiraciones, estamos ante la respiración completa, la más indicada para el pranayama.
Para conseguir que los pulmones funcionen a su máxima capacidad, cierra los ojos y coloca una mano en tu abdomen y otra sobre tu tórax. Realiza tres respiraciones profundas. Una vez termines, inspira profundamente en tres momentos: primero llevando el aire a la zona abdominal, luego hasta las costillas y, por último, hasta la parte alta del pecho. Retén el aire durante unos segundos y espira ejecutando el proceso inverso.
Aunque somos conscientes de que el yoga se practica allí donde desees, en Mas Salagros ponemos a tu disposición un entorno natural donde reina el silencio y la calma. De este modo, podrás llevar a cabo tu práctica sin interrupciones. Veamos cómo.
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La respiración yóguica es una herramienta poderosa a través de la cual recuperar la conexión con el aquí y ahora. No obstante, está en nuestras manos ponerla en práctica y beneficiarnos de sus virtudes. ¿Te animas con el pranayama?
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